viernes, 19 de septiembre de 2014

No podré ser la red que sostenga a los equilibristas fallidos por siempre.

No podré ser la red que sostenga a los equilibristas fallidos por siempre. Cuando la soledad acecha, cuando el corazón busca ensamblarse en una orquesta coronal, en esas necesidades es más factible hundirse en arenas movedizas de proyectos ajenos (cualquier acercamiento a otro centro emocional justifica los medios y justifica los sacrificios). ¿Dónde está la rareza, la marca distintiva que diferencia entre lo standard y lo singular? ¿Cuánto valor hay en la autenticidad, cuánto valor en la unicidad? Si las consecuencias de ser fiel a uno mismo son estilos de vida isleños, estilos de vida de tierras sociales apartadas, de tesoros escondidos (enterrados) en islas sin habitantes, si los arcoiris anuncian fuentes de oro, si los duendes son visibles solo para los creyentes de la magia, si la socialidad y la originalidad están polarizadas ¿Cómo puedo sentirme hoy? ¿Dónde poner las fichas? ¿Cual será el sacrificio más pertinente que puede ofrecer mi ser? Ya lo dijo Víctor Jara: ¿Cuánto hay que vivir para ver la libertad? ¿Quién dijo que es una característica innata? Según mi experiencia es uno de los bienes más preciados en cuanto difícil de conservar, difícil de obtener, difícil de aprovechar. Me refugio en los escritos porque justifican el tiempo, combaten el utilitarismo, me hablan de océanos con nuevos colores, me dejan ser el protagonista. Adicto a las justificaciones, adicto a la búsqueda de causalidad. Si no estás bien, nada a tu alrededor puede estarlo. Dicen que dentro de uno está todo lo que sea necesario para tu ser, Yo siento que los seres no están encontrando los caminos de expresión mejor adaptados, porque quizás no existan de por sí y deban ser construidos. Agradezco con sinceridad todas los gestos lindos que obtengo de muchos hermanos, eso debo verlo, debo valorarlo. Cuando los guiños cómplices nos buscan como objetivo, ahí está el triunfo humano. Es en el apretón de manos, el abrazo, las caricias que se concreta el aprecio, pero siempre queda el sabor a efímero, esa cuestión de los adictos de siempre querer más. Dedicarme a sanar, a autoconstruirme a imagen y semejanza de lo que dicte mi corazón. La visa pasa y su balance es difícil de interpretar.

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